Quizás esa es la palabra que muchos padres dicen cuando tienen entre sus hijos a un adolescente, ¡¡S.O.S!! ¡¡auxilio!!, reclamando unas pautas o cómo deben actuar cuando nos encontramos con un joven adolescente en la familia. Intentos de hablar, de conversar, decir las cosas más alto o bajo, decir de otra manera, son las mil y una estrategia que los padres de un o una adolescente intentan cada día para poder controlar o conocer lo que hay en la cabeza de su hija.
En primer lugar nos tenemos que dar cuenta que nuestros hijos ya no son aquellos niños (aunque a nosotros nos sigan pareciendo niños), con los que controlábamos su conducta con premios y castigos. Ahora nuestros “adolescentes” necesitan algo más, y con esto no quiero decir que no necesiten límites, claro que necesitan límites y ahora más que nunca. Pero el modo de llevarlos a cabo cambia. Tenemos que dar cabida a la negociación, tenemos que cambiar la charla ardua por una conversación, tenemos que escuchar a nuestro hijo adolescente. Aunque para nosotros sus preocupaciones nos parezcan triviales, hay que hacer el esfuerzo de ponernos en su lugar y preguntarnos: ¿Qué haría yo si estuviera en la misma situación y con su misma edad?.
La inestabilidad es el síntoma que presentan nuestros adolescentes, esa inestabilidad les lleva a no querer hablar, a encerrarse en su habitación, a necesitar más tiempo para ellos mismos, a contestar de mala manera o vocear ante cualquier norma o límite, es decir, dificultad en tolerar la frustración. Con esto no quiero decir que hay que permitir todo lo que quieran, si no que hay que poner límites y negociar. Los padres deben actuar como la figura que establece los límites y normas pero que también apoya y escucha. Es importante también respetar su tiempo, si necesitan estar en la habitación solos, si no les apetece hablar o contar algo que les ha pasado es mejor tomar distancia y que el sepa que estas ahí para escucharle cuando él decida, que presionar con que te lo cuente en ese momento.
Ej. “Bueno hijo,si no quieres hablar te respeto, pero cuando quieras contármelo estoy en la cocina”.
Estas situaciones nos generan impotencia, y en muchas ocasiones podemos perder los papeles, y utilizar la “fuerza”, para conseguir lo que queremos de nuestro hijo, bien con voces, discusiones, castigos, etc. Pero tenemos que darnos cuenta que esos comportamientos inestables son los que ellos presentan por lo que no estamos actuando como modelos, si no como ellos.
Ante la no adherencia a la norma o límites, a través de discusiones o hablar de un modo no adecuado, es mejor dejar al adolescente que se tranquilice, con frases como: “yo con esta actitud no te voy hacer caso, y salir de la situación o lugar donde os encontréis, cuando vengas con otros modales o me lo digas de otra manera te haré caso.” No entrar en el juego, ya que se convertirá en una pérdida de papeles de ambos.
En resumen podemos plantear las siguientes pautas:
– Escuchar a nuestro hijo sus demandas y preocupaciones. Darles la importancia que para él tienen. Y después de escucharle, darle un consejo. Intentar poneros en su lugar. Validar cómo se sienten. (ej: problemas con los amigos).
– Establecer normas y límites. Negociar y que ellos sepan cuáles son las normas y consecuencias de sus comportamientos.
– Respetar su espacio de intimidad. (querer estar solo en la habitación, conversaciones con sus amigas).
– Ofrecer ayuda y escucha, no imponer.
– Ante discusiones, donde levanten la voz u comportamientos rebeldes. Limitar comportamiento no haciendo caso a sus demandas, siempre y cuando siga con esa actitud. No ponerse a su nivel. Escuchar su demanda cuando lo diga de un modo correcto. Los padres tienen que ejercer como modelos.
– Hablar y conversar. Dar información. Sabemos que están expuestos a muchos riesgos, pero está comprobado que es mucho más eficiente dar una información clara y concisa que intentar controlar su comportamiento a través de condiciones o amenazas. (ej: tú como bebas o cómo fumes…). A parte de aclarar las consecuencias de dichos comportamientos, es importante INFORMAR. El joven adolescente se va a tener que enfrentar u exponer a decidir si fuma o no fuma por ejemplo, es importante que tenga una información clara y concisa y que decida a raíz de ella, más que “no fumo por que mi madre me castiga, sin saber que puede dañar gravemente su salud”. Por lo que aquí hay un trabajo de tolerancia de malestar en los padres, aceptar que hay áreas donde no van a poder decidir por sus hijos, evitar dichas situaciones con restringir salidas no es la solución, el adolescente se tiene que exponer a esas situaciones, para ello necesita información, y aprender de sus errores.